En las ciudades y zonas urbanas existen diferentes tipos de suelo que están regulados por normativas específicas en función de su uso y desarrollo. Dos de los principales tipos de suelo presentes en estos entornos son el suelo urbano y el suelo urbanizable.
El suelo urbano se caracteriza por ser aquel en el que ya existe una infraestructura consolidada, como calles, aceras, alumbrado público, redes de suministro de agua y electricidad, entre otros. Este tipo de suelo está destinado a la construcción de edificaciones y equipamientos públicos o privados, siendo considerado como suelo consolidado y apto para el desarrollo urbano. Además, el suelo urbano se encuentra delimitado y clasificado en función de su uso, densidad de edificación y altura máxima permitida, entre otros parámetros.
Por otro lado, el suelo urbanizable es aquel que, aunque todavía no cuenta con la infraestructura necesaria para su desarrollo, está previsto para ser urbanizado en un futuro próximo. Este tipo de suelo puede ser clasificado como sector urbanizable programado, donde se establece un plan de actuación para su desarrollo en un plazo determinado, o como sector urbanizable no programado, donde se permite su urbanización en función de la demanda y las necesidades de la ciudad.
Dentro del suelo urbanizable, se pueden encontrar diferentes categorías según la planificación urbanística de cada municipio, como suelo urbanizable ordenado, suelo urbanizable sectorizado o suelo urbanizable no sectorizado. Cada una de estas categorías establece las condiciones y requisitos necesarios para llevar a cabo la urbanización del terreno, así como los usos permitidos y las edificaciones que se pueden construir en el mismo.
En resumen, tanto el suelo urbano como el suelo urbanizable son fundamentales para el desarrollo y la planificación de las ciudades, ya que permiten la construcción de infraestructuras, viviendas y equipamientos necesarios para garantizar el bienestar de sus habitantes. Es importante respetar y cumplir con las normativas y regulaciones establecidas para cada tipo de suelo, con el fin de garantizar un crecimiento urbano sostenible y ordenado.
